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Por Ulises Castellanos

El Centro de la Imagen atraviesa una crisis que preocupa seriamente a la comunidad fotográfica mexicana, principalmente por cambios administrativos recientes, deficiencias estructurales y falta de presupuesto.

Aclaro que no tengo idea de lo qué sucede, soy fundador del Centro desde los noventa, su creación resultó del esfuerzo de decenas de colegas, y desde mayo de 1994 celebramos su fundación.

Sin embargo, el Centro de la Imagen no está pasando por su mejor momento, y eso tiene a muchos fotógrafos y gente del medio bastante inquietos. Por lo visto, hubo cambios desde las oficinas de la Secretaría de Cultura: movieron al Centro para que dependiera de la Dirección General de Bibliotecas, una área enfocada en libros y lectura, no fotografía. Y claro, esto provocó revuelo porque para muchos puede hacer que el Centro pierda ese toque especial, como si le quitaran su identidad.

Fue un gran lugar y lo dejaron morir

Lo interesante es que un sector de la comunidad ha alzado la voz. Más de 400 colegas ya pidieron que los escuchen. Hay muchas quejas: desde la falta de fondos, hasta problemas con los talleres (hay algunos cerrados), o cierres físicos para “comer” que dejan fuera a los visitantes; además el equipo no está bien mantenido y ni el control de humedad funciona y eso es grave para las fotos. Programas importantes como las Bienales, Fotoseptiembre o Luna Córnea se han quedado sin dinero, desaparecieron o van lentos.

La Secretaría de Cultura y la gente del Centro dicen que lo que buscan es fortalecerlo, que no quieren que pierda su lado fotográfico y que van a cuidar los acervos, pero el ambiente se siente tenso. Muchos no les creen del todo y piensan que van a perder independencia.

El equipo de comunicación de CI, le apuesta al olvido subiendo fotos cada dos minutos a su cuenta de Instagram, suponiendo que la comunidad es olvidadiza.

La mediocridad sistemática se alimenta de la omisión. Y ahí hay varios responsables.

En julio de 2025, el reglamento interior de la Secretaría de Cultura federal modificó la adscripción del Centro de la Imagen, integrándolo a la Dirección General de Bibliotecas (DGB). Esto significa que ahora el CI depende de una estructura enfocada en libros y lectura, lo que amenaza con diluir su misión especializada en fotografía y debilitar su perfil como referente nacional e iberoamericano.

Autoridades de la Secretaría de Cultura y del propio Centro han respondido que el cambio administrativo busca fortalecer la institución y preservar la especificidad de sus acervos fotográficos, aunque la comunidad sigue señalando riesgos claros de subordinación y debilitamiento.

Aquí no mencionaré un sólo nombre de los involucrados, porque el tema no es de grupo o individual, se trata de una institución de referencia internacional que hoy se ve golpeada por la insensibilidad burocrática.

Hoy el tema está en boca de todos los que saben de foto. La comunidad quiere diálogo real, más presupuesto, arreglar el lugar y que los que decidan escuchen de manera abierta. Por ahora desde afuera se ve que la comunidad fotográfica está en pelea por salvar su esencia, y el asunto no parece estar resuelto todavía.

El resultado de su enorme desdén, sólo a fortalecido, mejorado y contagiado a otros espacios para retomar esa estafeta, ahí están el Museo Archivo de la Fotografía, la Fototeca Nacional, las fundaciones de Héctor García y Elena Poniatowska por citar ejemplos. Dejo aquí algunas preguntas sin respuesta, ¿Es todavía el CI el verdadero epicentro de la fotografía en este país? Quizá ya no, o ustedes qué piensan? ¿A quién le beneficia este descuido institucional? Y por último, ¿Tiene futuro el Centro de la Imagen en este contexto?

Igual y necesitamos un nuevo epicentro de la imagen.

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