Fotografiar a los rebeldes en Chiapas fue mi bautizo de fuego, y la verdad es que no hay mejor manera de describirlo. Como fotógrafo, tuve el privilegio de ser testigo de momentos que muchos solo conocen a través de las noticias. Cada clic de mi cámara me ofrecía una oportunidad única para capturar la esencia del movimiento zapatista y las historias detrás de cada rostro.

Recuerdo estar rodeado por miembros del EZLN, sintiendo esa mezcla de adrenalina y respeto. No era solo un trabajo; era una experiencia transformadora que me hizo entender la lucha desde una perspectiva más profunda. La conexión con la comunidad y su historia se convirtió en parte esencial de mi viaje como fotógrafo. Sin duda, esos días en Chiapas marcaron un antes y un después en mi carrera, enseñándome que cada imagen cuenta una historia poderosa y significativa.
El levantamiento zapatista de 1994 en México fue una insurrección armada iniciada el 1 de enero de ese año por el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) en el estado de Chiapas. Coincidió con la entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), lo que simbolizó para los rebeldes una amenaza para los derechos y tierras de las comunidades indígenas. El EZLN tomó por sorpresa varias cabeceras municipales, incluyendo San Cristóbal de las Casas, Altamirano, Las Margaritas, Ocosingo y Chanal, declarando la guerra al gobierno mexicano y exigiendo justicia social, reivindicación de tierras, mejores condiciones de vida y participación política para los pueblos indígenas.

El conflicto armado duró aproximadamente 12 días, durante los cuales el gobierno federal desplegó hasta 70,000 efectivos militares para sofocar la rebelión. Tras intensos combates y movilizaciones sociales a favor de la paz, el gobierno decretó un alto al fuego unilateral el 12 de enero de 1994, dando paso a negociaciones políticas. El levantamiento no logró un cambio inmediato en el poder, pero marcó un cuestionamiento profundo al sistema político y económico neoliberal, transformándose en un movimiento político que buscó construir un contrapoder basado en la justicia y los derechos indígenas.
En resumen, el levantamiento zapatista fue un acto de resistencia indígena que denunció la exclusión y pobreza de las comunidades originarias frente a la globalización y la política neoliberal, y que tuvo un impacto significativo en la política mexicana y en la visibilización de los derechos indígenas.
