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En una moto no importa a qué te dediques, qué edad tengas, qué religión profeses o de qué lugar seas. En los primeros meses de la pandemia, decidí cumplir un viejo sueño y me hice de una bella Harley Davidson, edición especial, del tipo Sportster color menta; desde entonces casi todos los fines de semana salgo a explorar distintas rutas para disfrutar el camino.

Bien dicen que solo hay dos tipos de motociclistas: los que se van a caer o los que ya se cayeron; y yo ya pertenezco al segundo grupo. 

Morir es fácil, lo difícil es vivir y es muy difícil para los que no tienen un propósito en la vida. Y en ese contexto les cuento que durante los meses de rehabilitación yo no recibía casi a nadie. Sin embargo, es difícil cerrarse a nuestro círculo rojo cercano y a la gante que amamos.

Aquí verán a mi padre, a mi hijo y amigos desde la cama de recuperación.




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